Nos encanta el relato de la Navidad. Cada año lo repasamos. Sin embargo, ¿qué fue de la paz en la Tierra? Dos mil años después, todavía vivimos en un mundo violento, y no se debe a que no nos interese la paz. Nos interesa; y ha habido muchas filosofías de paz y esperanza, pero parece que ninguna da resultado.
Así pues, ¿cuál es esa paz en la tierra de la que hablaban las huestes celestiales? En Juan 14:27, Jesús dice a Sus discípulos: «La paz les dejo, Mi paz les doy; no se la doy a ustedes como el mundo la da. No se turbe su corazón ni tenga miedo» (NBLH).
La diferencia entre la paz que Cristo da y la paz que da el mundo es que la paz que da el mundo es externa. Consiste de estructuras, organizaciones, tratados de paz, ejércitos y lo que pueda traer paz. En cambio, la paz que Jesús da es interna. Dijo: «No se turbe su corazón». No se trata de estructuras de la sociedad, sino del corazón, porque el diagnóstico que da la Biblia es que el mayor problema que tenemos en el mundo no está allá afuera, sino dentro de nuestro corazón.
Una vez que empezamos a entender esto, podemos buscar una solución. La paz que Jesús da proviene de Él por Su Espíritu que mora en nosotros. Volvió a hablar de paz en Juan 16:33. «Estas cosas les he hablado para que en Mí tengan paz. En el mundo tienen tribulación» (NBLH). Una y otra vez, la Historia ha demostrado que eso es cierto.
El mundo está en un conflicto constante, pero Jesús nos ofrece paz interior, independientemente de los conflictos y de las circunstancias.
El mundo no necesita más consejeros, filósofos ni nuevas ideas. Llegamos al límite de nuestra mente y todavía estamos en la oscuridad de nuestra propia sabiduría. Lo que el mundo necesita es un Salvador.
El nacimiento de Cristo es una historia continua que no tiene sentido a menos que comprendamos la cruz de Cristo. Debemos tener cuidado para no encasillar la Navidad de manera que celebremos el nacimiento de Jesús y no reconozcamos la razón por la que nació.
La estupenda noticia de la Navidad —«les ha nacido un Salvador»— y el resultado de paz en la Tierra, se debe a que Cristo vino a reconciliar a los hombres, mujeres y niños con Dios. El mensaje de «paz en la Tierra entre los hombres» es una consecuencia del nacimiento, muerte y resurrección de nuestro Salvador. Empieza en nuestro corazón, al reconocer que necesitamos que nos salven. Jesucristo es la esperanza de paz en la Tierra, y Él es la única fuente para conseguirla. Charles Price
Una vida singular
Nació en un aldea olvidada; de madre campesina. Pasó su infancia en otro villorrio ignorado. Trabajó en una carpintería hasta los treinta años y a partir de entonces, actuó de predicador itinerante por espacio de tres años.
No llegó a escribir libro alguno. No desempeñó ningún cargo. No tuvo casa propia. No formó familia. No realizó estudios superiores.
Jamás puso pie en las grandes ciudades. Nunca se alejó más de trescientos kilómetros de su pueblo natal.
No llegó a desempeñar ninguno de los papeles que por lo general acompañan la fama y la grandeza. No tenía más carta de presentación que Su propia persona. No tenía nada que ver con este mundo, excepto el poder de Su divina humanidad.
Siendo aún joven, la corriente de opinión pública se volcó en contra de Él. Sus amigos huyeron. Uno renegó de Él. Otro lo traicionó. Lo entregaron en manos de Sus enemigos. Debió soportar lo que no fue más que la parodia de un juicio. Lo clavaron en una cruz entre dos ladrones. Mientras agonizaba, sus verdugos echaron suertes sobre lo único que poseyó en este mundo: Su manto. Cuando ya hubo muerto, lo bajaron y lo enterraron en un sepulcro ajeno gracias a la compasión de un amigo.
Diecinueve siglos han transcurrido desde entonces y hoy este hombre es la figura central de la especie humana, y el líder de la columna de progreso. Me quedo corto si digo que todos los ejércitos que han marchado, todas las flotas de guerra que se han construido, todos los parlamentos que han sesionado y todos los reyes que han gobernado, en conjunto, no han ejercido una influencia tan palpable en el devenir del hombre sobre la Tierra como lo ha hecho esa figura singular. James Allan Francis (1864-1928)
Una vida que transformó el mundo
¿Cómo es posible que esa única vida, vivida hace dos mil años, siga teniendo un efecto tan monumental en este mundo hasta el día de hoy? Porque se trata de la vida de Jesucristo, el Hijo de Dios, cuyo propósito en venir a la tierra fue el de ayudarnos a comprender en qué consiste la naturaleza de Dios.
«Porque tanto nos amó Dios a cada uno de nosotros que nos entregó a Su único Hijo unigénito, para que todo el que crea en Él no se pierda, sino tenga vida eterna». Dios sacrificó a Su hijo, y Jesús sacrificó Su vida para redimir nuestros pecados y demostrarnos así el amor y la misericordia de Dios. Jesús se levantó de los muertos para ofrecernos la oportunidad de restaurar nuestra relación con Dios, que no podía de otro modo ser plena a causa del pecado. Recibir este regalo es tan sencillo como la sencillez de la vida que nos lo otorgó. Puedes aceptarlo con tan solo permitir que Su amor se vuelva parte de tu vida ahora y en la otra vida que nos espera.
Esa vida aparentemente insignificante y con poco que ofrecer —al menos según los cánones humanos— fue capaz de cambiar el mundo por medio de la vida de Sus seguidores y de transformar los corazones de miles de millones a lo largo de los siglos.
A lo mejor te preguntas de qué manera puede ayudar eso a que tú marques la diferencia en este mundo. La respuesta es que Él ha señalado un camino para que Sus seguidores puedan continuar con Su legado. Él puede empoderarte con Su Espíritu y obrar por medio de ti para continuar con Su misión de transformar vidas. Si eres Su seguidor, puedes seguir transformando el mundo por medio de Él. Su misión puede convertirse en tu misión. Contar con Su Espíritu para cambiar la vida y los corazones de otros por tu intermedio produce cambios duraderos: cambios que los pesares de la vida no pueden borrar.
Quizás no llegues a ver resultados visibles en cada persona, pero si haces tu parte por manifestar el amor y el propósito que tú has hallado con todos los que estén dispuestos a recibirlo, sabrás que este mundo es un lugar mejor porque tú viviste en él.
Publicado en Áncora en diciembre de 2016.