Los ángeles que entonaron alabanzas a Dios la noche en que nació Jesús siguen haciéndolo hoy en día. El ruido y el ajetreo de la vida ahogan un poco sus voces; pero si prestas atención, las oirás. Únete a ellos.
Jesús fue un regalo de Dios para el mundo. No sólo nos lo entrega en Navidad, sino todos los días, desde el albor hasta el ocaso de la vida, y aún después, eternamente. Fue un regalo perfecto, capaz de satisfacer todas nuestras necesidades y de cumplir todos nuestros sueños.
El nacimiento de Jesús nos recuerda que no importa que los comienzos sean humildes. Él empezó como una criatura nacida en un establo y terminó a la diestra del trono de Dios. Además, gracias a Él, nuestros humildes comienzos tendrán un final más esplendoroso en Su reino eterno.
Esta Navidad, mientras disfrutas de los placeres y las dichas de esta vida, detente a pensar en las circunstancias tan precarias en que nació Jesús. Habiendo tenido tanto se hizo tan pequeño. Se convirtió en nada para que nosotros pudiéramos tenerlo todo. ¿Qué hay que no le debamos a Él?
La Navidad es un estado de ánimo. Es felicidad, gratitud, amor, generosidad. Practica todo eso, y no te costará ponerte en la onda navideña cada día del año.
La Navidad pasa, pero Jesús nunca se irá de tu corazón.