¿Por qué será que la gran fiesta de la cristiandad, en que celebramos el día en que Dios, por amor, envió a Jesús para alegrarnos la vida y aliviarnos la carga, es para muchos una de las épocas más ajetreadas del año? ¿Será porque nos olvidamos del verdadero sentido de la Navidad? A veces se nos escapa entre los adornos, las luces, los regalos y el jolgorio. Al arrinconar el verdadero motivo de la fiesta, se nos escurre entre los dedos la felicidad que la acompaña. Los preparativos muchas veces opacan la razón de ser de la Navidad, que es expresarle a Dios nuestro agradecimiento y aprecio por el gran regalo que hizo a la humanidad.
La mejor forma de celebrarla es hacerle regalos a Jesús, obsequios en prenda de nuestro amor y gratitud. Es una época en que podemos hacer una pausa para recordar a los que con frecuencia sufren el olvido. Podemos tender una mano a los necesitados.
De esa manera no solo hacemos feliz a Dios, sino que hallamos profunda satisfacción. Alex Peterson